0102 Krell

2012

Un mero accidente. El cassette se había infiltrado en un lote de pirateados a precio regalado. Era el primer gran hallazgo de Román. Las etiquetas, algunas a mano, otras fotocopiadas, identificaban el mismo videoclub, VIDEODREAMS, pero no había dirección. Lo digitalizó y compartió en el grupo VHS Argentina: una dark bailando epiléptica en la oscuridad analógica era a todas luces un tesoro arqueológico. La comunidad codiciaba videos esotéricos y el material era de lo más desconcertante que se había visto. Incluso hubo quien lo etiquetó como cinta maldita: “mejor no verla a medianoche, no sea que la gorda te coma”. No había más datos. Las búsquedas no revelaban nada. El cassette estaba regrabado, debajo de la danza neurodiversa todavía estaban los restos de El planeta prohibido (1956), infaltable de la ciencia ficción. Una misión de rescate da con el Dr. Morbius y su hija Altaira, los dos últimos sobrevivientes de la colonización fallida del planeta Altair IV, antiguo hogar de los KRELL, una especie de avanzada desaparecida de un día para el otro doscientos mil años atrás. El Dr. Morbius, estudioso de la tecnología KRELL, logró aumentar su capacidad cerebral gracias a la maquinaria aún intacta, arriesgando su vida en el proceso. Tras misteriosos atentados y muertes que impiden el rescate, la misión se enfrenta a una fuerza asesina indestructible que los diezma, hasta que la verdad es revelada. El artilugio KRELL no sólo permite el mejoramiento cognitivo, sino que es capaz de materializar los objetos de la imaginación. Como los KRELL, al actualizarse tecnológicamente, el Dr. Morbius creó un “Monstruo del Ello” sin proponérselo: las ideas más oscuras de su inconsciente convertidas en un ente sediento de sangre, indisociable de él, pero fuera de su control.

Después de discutir El planeta prohibido, la atención del foro se enfocó en otras ficciones en las que, como los monstruos del Ello que aniquilaron a los KRELL, el antagonista es la personificación de un concepto abstracto e involuntario, aunque a la vez constitutivo de la especie, como Sphere (1998), en la que el villano es el miedo de cada uno, y la temporada final de Buffy, la cazavampiros (2003), en la que la Cazadora lucha contra el concepto del Mal, que por ser una idea no se puede aniquilar.


Poco después de su transferencia digital, la joven danzante fue olvidada, abandonada a su suerte en la frialdad de los servidores.