0205 Beastie
EL PORTAZO LA SOBRESALTÓ mientras preparaba café. Sin previo aviso, se descubrió tirada en la losa fría, defendiéndose de cachetazos y rasguños de una biomasa que parecía ser María Fernanda. “¡Pará, loca de mierda! ¿Qué te pasa?”. La bestia intentaba ahorcarla, pero Cherry se defendió a las patadas y trompadas. Entre forcejeos se escapaban gritos ininteligibles. Sillas tiradas, tabaco desparramado por el piso, un paquete de pan lactal abierto y pisoteado, el gato desaparecido. La lata de Coca Cola a pilas bailaba con los gritos de María Fernanda. Cherry corría en círculos clamando inocencia. Los cuerpos se entrelazaban en un remolino de violencia. Intervenían voces lindantes: “¡Tortilleras de mierda! ¡Cállense de una puta vez!”. Cherry se montó a María Fernanda y la redujo con una llave de estrangulamiento improvisada.
—¿Por qué me hacés esto? ¿Vos me odiás porque tengo plata? ¡Me la gané! ¡Cada centavo! ¿A tanto puede llegar la envidia? ¡Después de todo lo que hice por vos! ¿No te enseñaron en tu casa a no traicionar? Yo me hice desde abajo. A mí no me regalaron nada. A los dieciséis ya trabajaba en McDonalds. Vos ni la paja te sabías hacer.
—¡No sé de qué me hablás, enferma!
—Te fuiste de esta casa pero ya.
—¿Qué?
—Yo sabía. ¡Gorda hija de puta! ¡Boqueaste!
—¿Qué cosa boqueé?
—No te hagás la pelotuda. Los Putos de Mierda saben todo. Vos sos una gorda pelotuda sin personalidad. Querés quedar bien con Dios y con el Diablo, tarada. Me trepaste. Traicionaste a tu mejor amiga. Gorda esnob. Buchona. Hipster del conurbano. Todo para hacerte amiga de los Putos de Mierda. Te quiero fuera de acá hoy mismo.
—¡No sé de qué hablás! Nunca me contaste qué pasó en el Jumbo. ¡Solo me dijiste que te agarraste a piñas con los empleados!
—Andá pedile a Zalgo que te lleve a vivir con él. Conmigo no te vas a quedar. Y es más allá de esto. Yo no te voy a mantener más, inútil. Vaga.
—Pero pará. Estoy yendo a entrevistas.
—Me importa una mierda. Sos una falluta. Me traicionaste.
—¡No tengo idea de qué hablás! ¡Jamás hablé con Zalgo! ¡Preguntale! ¡Ni sé qué es lo que hice!
María Fernanda se abalanzó y le arrancó un mechón de pelo. Cherry contraatacó con un rodillazo, corrió hacia la puerta y emprendió una fuga errática por Villa Urquiza.
Alguien la siguió.