0501 Inmortal
Hola. Me llamo Irene Zukerfeld y éste es el primero de una serie de videos en los que voy a investigar los muchos enigmas que ha dejado María Fernanda Brizuela al abandonar este plano físico.
Antes de seguir: Gracias. Gracias a todos los que están viendo este video, aunque más no sea por unos segundos. El tiempo es lo más valioso que tenemos en esta vida encarnada, así que mi gratitud por compartirlo conmigo es total.
Les cuento un poco sobre mí. Quién soy. Como les dije antes, mi nombre es Irene Zukerfeld y soy psicoanalista. Siempre trabajé con mis Exploradores —me gusta hablar de exploradores, en vez de pacientes— desde una perspectiva esotérica neta, lo que comúnmente se concibe como “psicología transpersonal”. Asimismo, soy conocida en el campo de la investigación de mercado ya que en 1989 inauguré lo que es la aplicación del esoterismo a la consultoría, cuando me armé de valor y le propuse esta perspectiva a una gran amiga y colega y desde entonces no hemos vuelto a mirar atrás. Pero ahora me alejo de ese mundo, porque toda mi atención está puesta en ayudar a María Fernanda en su transición, para la que necesita que descifremos y escuchemos su mensaje para toda la Humanidad. Ayudarla es ayudarnos.
Creo que sinceramente que estar haciendo esto es una deuda karmática mía que me impulsa a hacerme cargo, habiéndome dedicado a la publicidad y el marketing durante tantos años por puro egoísmo. Como yo siempre digo: marketing es karmeting...
Ustedes quizás escuchan hablar de espiritualidad y dicen como María Fernanda: “batida de coco”, pero les prometo que esto es serio. Todo lo que yo diga debe tomarse de manera didáctica y nunca a modo de sentencias. No hay juicios de valor en nada de lo que digo, sino una búsqueda de comprensión cabal sobre los estigmas karmáticos que tejen los hilos de nuestros comportamientos y las formas en las que nos relacionamos con los otros. Todos somos uno.
Paso al tema que nos atañe. María Fernanda. Si vieron, este video está titulado “María Fernanda Inmortal: el mensaje de la guerrera”, y ésa es mi intención, servir de canal para su mensaje. Seguramente me limite esta vez a hacer una introducción a las problemáticas y lecturas esotéricas del crimen y, en futuras entregas, profundicemos los análisis y trabajemos con nuevos avances en la causa.
A María Fernanda la degüellan de una manera espantosa, con total alevosía, transmitiendo todo por cámara web en una puesta macabra llena de mensajes y cifras. Algunos más opacos, otros más sutiles. Lo más espantoso de todo es, quizás, todo el conjunto de reacciones que el crimen fue generando en vivo, minuto a minuto. La gente no dejó de insultar a María Fernanda ni siquiera al ver el degollamiento, al comprobar que todo era real. Creo que estamos viviendo un momento muy peligroso. Piensen en el poder de las imágenes. Estamos viviendo una videocracia: el Gobierno de los Arquetipos. Fíjense ahora que Instagram le está ganando terreno a Facebook y Twitter: del Fotolog venimos y hacia el Fotolog vamos. Cuando estamos dominados por arquetipos que desconocemos o que no entendemos, no podemos ser libres. No sabemos qué estamos representando y estamos condenados a repetir el papel una y otra vez. Esto lo desarrollaré más adelante.
Yo no vengo a plantearles que autofotografiarse y subirlo a internet es una cosa, no sé, demoníaca. Las imágenes no son malas ni buenas en sí mismas, pero no creo que haya objeción si planteo que tienen un poder destructivo ineludible, incluso cuando ese poder está justificado. Una foto puede arruinar una carrera, un matrimonio, una vida. Las imágenes son evidencias y, como decía, no son necesariamente malas, pero pueden serlo. Por eso mismo, poner una chica en la playa haciendo alarde de su bikini bridge en una revista es una forma de destrucción perfecta, para la que muchas no tienen —por más que lo intenten— armas para defenderse. Esto María Fernanda lo entendió perfectamente y lo comunicó con mucha más elocuencia que yo y que cualquiera.
Debemos protegernos de las imágenes, y para lograrlo debemos simplemente respetarlas, porque en el fondo se trata de proteger el orden simbólico. Cuando bastardeamos nuestras imágenes, nos deslegitimamos. Estamos perturbando seriamente el balance universal entre el pensamiento analógico (el pensamiento en imágenes) y el pensamiento lógico.
Con todo esto, debo decir que éste es un momento muy difícil para el desarrollo de un super yo sano. Piensen que la empatía es ver en el otro lo que podría sentir yo. Y eso lo vemos en el rostro, en los gestos y las expresiones. Es muy difícil dañar viendo a la cara. Pero esto va más allá, porque al abusar de las imágenes, de las formas en las que la luz rebota en la carne y la piel de nuestros rostros, contribuimos a atentar contra su significación, amputándole cada vez más la capacidad de empatía a esta sociedad y a las generaciones por venir. Recordemos las burlas e insultos a María Fernanda mientras se desangraba en cámara.
Todos canalizamos imágenes publicitarias cuando nos sacamos selfies en el gimnasio o en playas de arenas blancas. Ustedes saben que en psicoanálisis el espejo es importantísimo. No sólo la imagen se banaliza, sino que es prácticamente inconcebible sacarse una selfie sin hacer trompita. Ustedes piensen que generaciones anteriores vivían con la tranquilidad de no tener que autofotografiarse ni poner cara de pato. Con toda la tecnología puesta al servicio del narcisismo, todos nos creemos los reyes del castillo. Pero esa es la trampa del ego. Freud ya lo decía: “das Ich ist nicht Herr im eigenen Hause“. El yo no es Rey de su castillo. Los estados de facebook y los tweets que publicamos son selfies, también. Y cuando nos hacen creer que tenemos el control es cuando más sometidos estamos a las fuerzas ocultas.
La historia de María Fernanda es la de alguien que reclamó su imagen sagrada para sí, y con mucha inteligencia. Yo realmente no puedo imaginarme la fuerza que hay que tener para lograr lo que hizo ella. En mi caso, este cuerpo que ven apareció, más que nada, después de la menopausia. En mi juventud me ajustaba a las convenciones de belleza de la época. Pero si me preguntan, Irene, ¿Vos qué habrías hecho si te tocaba ser María Fernanda? Yo, la verdad, no puedo decir. Pero ella era—es especial.
Quiero entrar un poco en el orden simbólico, en el lenguaje, porque María Fernanda ha venido marcada a esta encarnación. En primer lugar, algo que se nos presenta inmediatamente es María: la madre de Dios. Fíjense qué fuerte, ¿no? La que trae el germen de la Salvación en su vientre. El inicio de una nueva era. Podrán decirme: María es el nombre más común en Latinoamérica, y tendrían razón, pero ¿cuántas usan el nombre completo con María adelante? Quizás les parezca un dato menor, pero sigamos indagando. En la etimología de su nombre hallamos que Fernanda viene del germánico Frithunands. La raíz frith significa ‘paz’ o ‘libertad’, mientras que la terminación nands significa ‘valiente’, ‘temerario’’. María Fernanda, la que se atreve a todo, la que todo lo deja —hasta su propia vida— para liberarnos y traernos paz. María Fernanda es uno de los arquetipos femeninos por excelencia: la Guerrera. Nunca perdamos esto de vista. Y se ha sacrificado por todos nosotros, para abrirnos los ojos, para alertarnos. Me gustaría que antes de seguir, todos ustedes que están viendo este video cierren los ojos y digan conmigo “Gracias, María Fernanda”.
Gracias, María Fernanda.
En segundo lugar, está la etimología del nombre María y una de las fuentes nos informa que proviene de la raíz hebrea MRA, que significa ‘gorda’. Recordemos que en Israel del siglo I, el ideal de belleza era la gordura, que era estar sano, bien alimentado y lleno de vitalidad. María Fernanda estaba destinada a ser una luchadora que reivindicaba la gordura, el derecho a existir, a ser humana, bella, en un cuerpo gordo.
Finalmente, me enfoco en el apellido Brizuela. Estuve buscando pero se desconoce el origen. Sabemos que era el nombre de un castro gaélico español. Pero síganme en esto porque yo me quedé helada. Estuve buscando y encontré un detalle notorio y es que, al día de hoy, en la localidad de Brizuela, durante la festividad de San Martín, luego de degollar el chancho se elabora el panzo, que es una especie de embutido a base de morcilla. Esto me pareció fuertísimo. Fíjense cómo está esta conexión fundante con el degollar, algo que ha sido sellado en el destino de María Fernanda desde el principio. A cada chancho le llega su San Martín. Ahí lo tienen.
Asumo que, si están viendo este video, hemos recorrido juntos el pasaje de María Fernanda por los medios. Su aparición en youtube en el incidente violento del Jumbo hasta su reinvención como creadora y actriz de sus propios guiones, sus participaciones cada vez mayores en radio y televisión, la lamentable entrevista con Baby Etchecopar… Luego, las noticias del crimen, las especulaciones, las traiciones, las teorías y la ventilación de detalles íntimos. María Fernanda fue una comunicadora total. Comunicó hasta con su propio cuerpo, hasta con su propia vida y su propia muerte.
Hago otro paréntesis. Quizás algunos sepan que, a principios del siglo XX —un momento único de muchísima iluminación y expansión de la conciencia en Occidente— la teosofía planteó un sustrato común a todas las religiones del mundo, que es la idea de un depósito a donde van a parar todas las cosas que se han pensado y sentido. Pueden pensarlo como el Inconsciente Colectivo, pero es más que eso: es el inconsciente, el consciente, el pasado, el presente, el futuro. A esto lo han llamado registros akáshicos. Es una memoria universal de la existencia, una suerte de server multidimensional donde se archivan todas las experiencias del alma. Fíjense que hace unos años en la oficina empezaron con el tema de usar menos el mail e instalar dropbox, la “nube”. En la agencia estaban todos encantados con el sistema. Yo me reí porque no podía creer que hubiera llevado tanto tiempo que aplicaran a la tecnología informática algo que estaba anunciado y explicado desde hace un siglo por la teosofía. Cuánto se beneficiarían los techies si incorporaran el pensamiento esotérico a sus emprendimientos. Qué tiene que ver la interacción de lo sagrado con la tecnología y la información con María Fernanda: mucho. Les decía que hace años vengo accediendo a estas representaciones archivadas, algo que va más allá de nuestro aquí y ahora y que tiene que ver ya no con mi recorrido psicoanalítico sino con mi estigma de clarividencia, pero eso es tema para otro video. Yo lo que quiero plantear es que el tendido de la maquinaria mundial que llamamos internet es una tecnología que acerca a la Humanidad a los registros akáshicos —y, en consecuencia, al punto Omega, la evolución última de la de Consciencia Universal—. Hemos entrado en una nueva era tecnológico-espiritual que nos va a cambiar fundamentalmente, y realmente no podría decir ahora si para bien o para mal, porque depende de nosotros: evolución o aniquilamiento. En lo que toca a mi percepción y vivencia personal, en el ámbito local hubo un momento de ruptura crucial que marcó toda mi interpretación de la realidad. Esto ocurrió en el año 2008 con Agustina Vivero, a quien todos ustedes deben recordar como Cumbio.
Como les decía, yo siempre he estado muy atenta a todo lo que es tribus urbanas por mi trabajo de investigadora de tendencias y además porque me encanta, si les soy sincera. Pero fue con los floggers que vimos por primera vez una tendencia masiva de jóvenes que ponían el foco estético en la tecnología, haciendo uso y abuso no sólo de fotolog, aquella red que hoy parece prehistórica pero que hace muy poco estaba al rojo vivo, sino también de los servicios de mensajería y, particularmente, los incipientes celulares con cámara incorporada. Algo que todavía era embrionario y de lo cual participaban muy pocos. Los chicos se identificaban por la marca y precio de su celular. Los jóvenes empezaban a vestirse con tecnología como en otras épocas empezaban a usar camperas, botas de cuero y tatuajes. Estoy hablando de un momento, hace muy poco, cuando no teníamos concepto de selfie, cuando ustedes seguramente no sólo no habían abierto sus perfiles de facebook, sino que desconocían su existencia.
Les decía, tomé contacto con estas hordas de jóvenes autofotografiándose, autofilmándose, subiendo sus imágenes a internet, siendo observados y observando a los demás. Y entonces lo sentí. Los habitantes originarios del continente americano lo han sabido y luego lo han olvidado. Por eso se negaban a que les saquen fotos. Yo no creo que ellos pensaran que el alma quedaba capturada en el film. Yo creo que lo que planteaban era muy simple y comprensible: respetar el mundo espiritual. Una cultura no tiene que conocer el mito de Narciso para contemplar lo que nos espera cuando inventamos la cámara fotográfica, un aparato que ha exacerbado todos los males que ya nos ha traído el espejo. Por eso me planto desde acá a dar batalla desde el esoterismo.
Varias veces me referí a María Fernanda como una mensajera, además de una guerrera, pero no es la única con un mensaje. La escena, la puesta del crimen está plagada de símbolos. Quiero que una cosa quede clara desde ahora. Se trata de un asesinato ritual y de esto no me cabe la menor duda. Parto de la naturaleza sacrificial del degüelle, que estigmatiza a María Fernanda desde que su apellido está ligado a la matanza de chanchos, pero hay otros elementos importantes. La asesina —y ahora voy a aclarar por qué hablo de una asesina— ha invocado las artes adivinatorias a través del naipe que ha dejado. Ustedes dirán “pero Irene, no es una carta del tarot”. Déjenme aclararles que el as de picas puede parecer una carta ordinaria, pero históricamente representa a la muerte, no sólo en la cartomancia con baraja inglesa, sino en la simbología histórica. Un fabricante de naipes fue condenado a muerte en Inglaterra en 1805 por haber falsificado el sello real que se colocaba por ley en el as de picas. Fíjense qué se castiga: la falsificación, la mala representación, la falta de respeto a lo simbólico. Luego, en el siglo XX, se conoce la utilización del as de picas como señal de crímenes mafiosos. En la guerra de Vietnam los soldados estadounidenses dejaban un as de picas junto a los vietnamitas que mataban y es sabido cómo se movían por aquellas junglas exhibiendo el as de picas como operación de terrorismo psicológico. Y volviendo al naipe en la escena del crimen, no es una baraja ordinaria, hay una imagen calada que no se logra ver por la calidad del video, pero les garantizo que ahí también hay un mensaje.
Decía antes que hablo de una asesina y es necesario que deje en claro que no me cabe ninguna duda del involucramiento alevoso de Magalí Méndez, alias Cherry Fix, en el crimen de María Fernanda. El estigma del degüelle martírico se complementa con estos actos rituales. Ya hemos visto la fascinación morbosa de Magalí con lo ritual, lo performático y la muerte.
Lo ritual nos indica que hay una suerte de simbiosis entre víctima y victimaria, así como existió una simbiosis tóxica entre María Fernanda y Magalí durante su convivencia y luego durante su enemistad mediática. Fíjense hasta qué punto terminan imbricadas la una en la otra que Magalí termina protagonizando un lado B del escándalo del Jumbo, cuando la agarran robando dos Danette en un supermercado chino y los empleados se le tiran encima. Este video estaba subido desde antes del crimen de María Fernanda pero recién trascendió ahora, cuando alguien lo vio y la reconoció. Vean cómo funciona esta simbiosis, esta cosa de lo mismo pero al revés, la repetición, la imitación. A mí me hace acordar en un punto a esta película, Mujer soltera busca.
También hay algo que ha sido estudiado y recogido por diversos medios: a pesar de que la asesina se encuentra completamente cubierta por bolsas de polietileno, sabemos que se trata de una mujer, por la altura, los movimientos, la falta de destreza con la cuchilla del sacrificio. Y además es una persona con sobrepeso, con la forma de la gordura femenina. Están quienes discuten esto, vi en un blog hace poco una teoría que plantea un problema de ángulo y que en realidad el asesino nos ha desorientado a propósito, que la panza es falsa, pero quién dice que la teoría no la está posteando Magalí.
Enfoquémonos en ella. El nombre Magalí viene del italiano, significa “margarita”. Una flor silvestre, vulgar. Ustedes podrán insistir en que el nombre puede tener que ver con otras cosas y es cierto. Pero se manifiesta acá y por eso lo recalco. Y no es casual porque la casualidad no existe.
Qué sabemos de Magalí. Yo estuve siguiendo el caso durante estos meses y he leído todo lo que he encontrado al respecto, desde los medios principales hasta los más independientes. Les voy a compartir lo principal de la información que pude recopilar. En primer lugar, Magalí Méndez tiene 31 años, como María Fernanda antes de que la mataran. Paréntesis: si enfocamos los ojos del pensamiento analógico en el apellido Méndez, obtenemos fácilmente “Mendaz”. Magalí Mendaz. Lo pongo sobre la mesa, nada más. Ustedes fíjense. Sigamos.
Sabemos también que aproximadamente hasta los dieciocho, Magalí vivió en un pueblito irrelevante de Buenos Aires llamado Jeppener, cerca de Brandsen, con una población de 2.500 habitantes. Trascendió a través del testimonio de una conocida de Magalí que allá en Jeppener ya había protagonizado un escándalo disputándose el amor del soretero del pueblo —perdón, pero reproduzco las palabras de esta chica, Carolina Sánchez—. Para los que no lo saben, el soretero es el chofer del camión atmosférico que se encarga de vaciar los pozos ciegos. Magalí competía por el soretero con “la Chicha Ramos” una mujer supuestamente embarazada de él. Parece ser que hubo amenazas, insultos, golpes y hasta rituales de quimbanda, gallinas degolladas, un desastre. Pero fíjense: mismo modus operandi. Victimización, acusaciones, amenazas. A todo esto, Magalí en esa época pertenecía a la tribu urbana dark o gótica, lo que había generado toda una serie de prejuicios hacia ella: la tildaban de bruja —de hecho, le gritaban “cachavacha”— y no era infrecuente que la atacaran a cascotazos. Estamos hablando de una persona adicta al conflicto y las energías bajas.
Vamos a los dosmiles, entonces. Magalí escapa a capital y va boyando de lugar en lugar y trabajo en trabajo. Hace el CBC para la carrera de Artes Combinadas, luego se cambia a Psicología, y finalmente termina en el IUNA. En el 2006 conoce a María Fernanda a través de Ana Cabré, una amiga en común, y empiezan a hacer proyectos artísticos juntas. Una de tantas veces que Magalí queda sin casa, María Fernanda le ofrece ir a vivir con ella y ahí se concentra todo aun más, la relación se vuelve más simbiótica, prácticamente como un matrimonio lésbico, que —no sé si ustedes están al tanto— no están exentos de reproducir la violencia de género. Sabemos por sus propios dichos y el testimonio de los allegados que hacia el final de la convivencia hubo golpes de puño. Pero bueno, retomando. Magalí, desempleada, ya no pagaba su parte del alquiler y parece ser que María Fernanda terminó manteniéndola, mientras que Magalí se encargaba de limpiar y cocinar. ¿Cómo se llama eso?
En septiembre del año pasado ocurre el incidente del Jumbo, el video. Por alguna razón que hasta ahora se desconoce, para esa época María Fernanda echa a Magalí, y al poco tiempo empieza a hacer videos en youtube y se vuelve viral. En enero, María Fernanda hace el video de “batida de coco”, burlándose de la gente ordinaria, y es acá que aparece este alter ego de Magalí, Cherry Fix, acusándola de robarle una idea suya. Fíjense que María Fernanda estaba triunfando y aparece esta Cherry como una suerte de parásito de la fama de su ex “amiga”. Es claro que el vínculo entre Magalí y María Fernanda estaba signado desde el principio por la envidia y la patología. Dos artistas mujeres, ambas con sobrepeso, hay mucho solapamiento ahí. Era obvio que las cosas iban a terminar mal. Y en esto asumamos nuestro rol, porque todos contribuimos a que las mujeres —y más: las gordas— seamos ignoradas por las industrias culturales. Toleramos una por rubro, como mucho, y si le damos bola a otra es para ponerlas a pelear en un ring. Una clásica estrategia patriarcal.
La última vez que vimos con vida a María Fernanda fue un mes atrás, la noche del viernes 24 de octubre, cuando su muerte fue transmitida en vivo por twitter. Convenientemente, Magalí —o, por qué no, alguien haciéndose pasar por Magalí— twitteó durante toda la escena desde la cuenta @CherryFix. Fíjense que mientras María Fernanda estaba atada y amordazada, intentando pedir auxilio, “Magalí” llegó a denunciarla de imitadora nuevamente, promocionando uno de sus videos viejos en el cual aparece amordazada sacándose selfies mientras un actor hace de cuenta que la golpea hasta matarla. No hay que dejarse engañar por una coartada. Tenemos que hablar también de este personaje que aparece para apoyar la versión de Magalí, una fuente informó que se llama Román y que viven juntos en la casa de él pero esto no se ha confirmado. De hecho, todavía hay mucha información que no se ha hecho pública, como por ejemplo dónde vive realmente Magalí y dónde trabaja —si es que trabaja en absoluto—. De este Román se sabe poco y nada, se lo ha visto con ella en la calle. No me extrañaría que Magalí lo haya parasitado.
Vamos al inconsciente de Magalí. Yo voy a sostener que ella nos está diciendo, de alguna forma, lo que hizo, y nos está diciendo también que no nos lo puede decir. Algo en Magalí quiere llevarla a confesar, a buscar redención y liberación. Fíjense las cosas que dice cuando la llevan a declarar. En primer lugar, yo marqué esta frase, que repitió varias veces. La voy a escribir en el pizarrón:
"Yo no tuve nada que ver".
Qué tiene de especial, dirán. Estimados, acá necesito que me presten mucha atención porque entramos de lleno en el pensamiento analógico. Cherry podría haber repetido “yo no fui”, “yo no la maté”, “soy inocente”, etcétera. Sin embargo, en la transcripción de la declaración repite insistentemente “yo no tuve nada que ver”. Volvamos al crimen: tenemos una persona encapuchada y esta tal Cherry Fix en twitter supuestamente viéndolo todo. Fíjense cómo Magalí está prácticamente confesando. No dice “yo no lo hice”, dice “yo no tuve nada que ver”. No vi nada. En el video del asesinato vemos efectivamente que la asesina no ve cuando la mata. Tiene la cara completamente cubierta. Vamos a otra frase que dice Magalí como coartada:
"A esa hora yo estaba en casa tirada en el sillón tapada con una frazada".
Fíjense la cantidad de rima que hay. Todo con A. “Yo estaba en casa tirada en el sillón tapada con una frazada”. Por qué les marco esto: porque es otra posibilidad de acceder al significado analógico. Si uno se enfoca en esta rima, en el significante que insiste, que llama la atención… podemos rearmar la oración con las silabas pregnantes de la rima. Miren, lo voy a anotar en el pizarrón:
yo·ta·ra·da
yo·fra·ca·sa·da
Y volvemos a “yo no tuve nada que ver”, quitamos las dos últimas palabras y nos queda: “Yo no tuve nada. Yo tarada, yo fracasada”. Envidia pura. Odio. El resentimiento de esta suerte de gemela malvada de María Fernanda. La que no triunfó, la pobre, la cachavacha de Jeppener, la que siente vergüenza de quién es, la que intenta volverse famosa durante años pero no lo logra, la que roba Danettes y la descubren. Yo no tuve nada. Vos lo tuviste todo. El análisis de las coordenadas analógicas nos revela el motivo del crimen en el nivel del significante. ¿Qué tal?
Por hoy dejamos acá. Nos vemos en el próximo video, ¿sí? Vamos a hacer una entrada desde la numerología y vamos a profundizar aun más en la cuestión de los arquetipos. Piensen en todo esto. Y ténganla presente. Ella nos necesita, y nosotros a ella. Todos somos uno.
Namasté.