0503 Vendetta
A pesar de las recomendaciones de sus compañeros, Felicitas se negó rotundamente a tomarse el día. Tenía que defender su imagen y su trabajo. Pasó el resto de la jornada llorando, haciendo y deshaciendo powerpoints e informes. Se arrepentía de no haber tenido armas para combatir la toxicidad de Irene, que llegó a sus oídos ese mismo día y logró destruirla en público y alimentar las habladurías de la agencia. Aunque sabía que contaba con la empatía de casi toda la nómina —exceptuando a la trepadora de Belén—, era plenamente consciente de que por más que estuvieran de su lado, tenía mucho por perder, ya que la paciencia colectiva siempre tiene un límite. A nadie le cabía duda de la vendetta personal a la que Irene había sometido a la investigadora estrella de Arcana desde su contratación. De hecho, no faltaban pruebas ni testigos para probar el acoso. Tampoco era el único blanco de los psicopateos de Irene. En mayor o menor medida, todos habían sufrido los embistes del arsenal Zukerfeld, en particular la franja femenina y fértil, pero llegaba un momento en que la resistencia de Felicitas se convertía en un acto egoísta: molestar a los demás sólo por no dar el brazo a torcer, por anteponer el individuo al grupo. Era claro para todos que Felicitas tenía que irse de Arcana, no por no tener razón, sino porque Irene era intocable.